Amianto "Diguem no"
El pasado 21 de noviembre acabaron en Turín las vistas de un
macrojuicio, en relación al mayor desastre industrial de nuestra época,
denominado “el juicio del siglo”. Quedó visto para sentencia, que tendrá
lugar el próximo 13 de febrero. Como se habrá podido sospechar, es el
juicio del amianto contra Stephan Schmidheiny, presidente de AVINA, y de
otro inculpado.
Dada la magnitud del crimen, se podría invocar
ante los tribunales contra Schmidheiny la presunción de delitos contra
la humanidad o de genocidio. De acuerdo con el estatuto de la Corte
penal Internacional, los crímenes contra la humanidad se refieren a
“actos inhumanos que causen grandes sufrimientos o atenten gravemente
contra la integridad física o la salud mental o física’…”. Y el delito
de genocidio hace referencia al “sometimiento intencional del grupo a
condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física,
total o parcial”, según la Convención para la Prevención y Sanción del
Delito de Genocidio [1] .
No ha sido todavía el caso. En el juicio de Turín el fiscal le acusa de
desastre ambiental doloso (intencionado) permanente y omisión de las
medidas de seguridad en el trabajo, siendo los demandantes unas seis mil
personas entre fallecidas y afectadas, por lo que ha pedido 20 años de
cárcel para cada uno de los dos imputados y cinco mil millones de euros
de indemnizaciones. Pero en sus conclusiones finales, el fiscal ha
declarado que se trata de “un desastre inmenso y
terrible”, y ha añadido que “ volví a leer las sentencias del Tribunal
Supremo en los casos más graves de desastres y muertes y me di cuenta de
que no había nada comparable con el desastre que se revive en el curso
de este juicio”.
Como se ve las acusaciones se van aproximando a
aquellas de genocidio, si tenemos en cuenta que esta familia
Schmidheiny fue durante casi todo el siglo XX una de las más poderosas
en este negocio del amianto y que para su prosperidad tuvo que colaborar
con el régimen nazi y el apartheid sudafricano, amén de con muchas de
las dictaduras latinoamericanas, incluida la española.
Coinciden
en esto las asociaciones defensoras de las víctimas que han declarado, a
raíz de las conclusiones finales del fiscal, que durante el proceso se
ha visto que los imputados han actuado de forma fría y sistemática: no
sólo sabían que estaban sometiendo a los trabajadores y a los ciudadanos
a un riesgo gravísimo, sino que actuaban de forma calculada para negar
los riesgos y garantizar la continuidad del uso de un material tan
altamente nocivo y cancerígeno como el amianto. [2]
Como
el presunto genocida lo sabe, antes de que se dicte la sentencia ha
tenido dos actuaciones extrajudiciales de enorme trascendencia. La
primera se conoció en el juicio, el pasado verano: el propio fiscal
había sido “espionado” y se supo que el magnate, entre 2001 y 2005 había
pagado un millón de euros a la agencia MS&L Bellodi de Milán para
que organizase una red de informadores capaces de manipular información
sobre el amianto. E igualmente, un periodista pagado por Bellodi había
estado durante 16 años participando activamente en la asociación de
víctimas de Casale Monferrato.
La segunda se acaba de
descubrir. Al finalizar el juicio, el pasado 21 de noviembre, se ha
sabido que Schmidheiny ha ofrecido 20 millones de euros al Ayuntamiento
de Casale a cambio de que se retire de este proceso y de los próximos en
los que pudiera estar implicado.
Casale Monferrato es un
pueblo de la región de Turín con unos 37.000 habitantes. Allí se instaló
en 1906 una fábrica de amianto cemento que ha permanecido hasta su
cierre en 1986. Desde 1973 la familia Schmidheiny es la accionista
mayoritaria en la empresa Eternit de Casale y desde poco después Stephan
es presidente del grupo de amianto Eternit, en todo el mundo. En el
juicio se ha podido saber de forma fehaciente, por las declaraciones,
entre otros, del ex directivo de Eternit Silvano Benitti, que 60 lugares
en todo el mundo seguían las instrucciones dadas desde Suiza, sede del
holding del amianto, dirigido por el inculpado Stephan Schmidheiny. En
Casale, después de 25 años de cerrada la fábrica, muere una persona cada
semana víctima del amianto.
Pero la ciudad de Casale ha dicho
¡no! al ofrecimiento del inculpado. El alcalde ha declarado que
propuestas de esta índole no pueden ser de ninguna manera consideradas y
que sería intolerable, en la ciudad símbolo de la lucha mundial contra
el amianto, ciudad mártir con más de 1800 víctimas entre trabajadores y
ciudadanos, transformar el sufrimiento en una fuente de ingresos. De
hecho el abandono del proceso significaría la renuncia de la institución
más significativa para seguir exigiendo justicia, habida cuenta de que
va a perdurar este exterminio tan dramático, como prueba la calificación
del fiscal del delito como “ desastre ambiental doloso
(intencionado) permanente”. Y es que no solo parte de la fábrica sigue
en pié, no ha podido ser desamiantada, sino que era práctica de la
empresa (como lo ha sido por parte de Uralita en Cerdanyola y en Getafe,
por ejemplo) la de regalar los restos de la fabricación a los vecinos
con los que “asfaltaban” calles y patios y se fabricaban objeto de uso
cotidiano. El polvo de amianto sigue por todas partes, veinticinco años
después, causando sus efectos letales.
La
Asociación de víctimas y los sindicatos que luchan en Casale han
declarado que “ las indemnizaciones son importantes y nos son debidas, y
aunque seamos conscientes de la dificultad para obtenerlas, en primer
lugar debe estar la Justicia. Nada impide al Sr. Schmidheiny de hacer
ofrecimientos “filantrópicos” sin pedir nada a cambio”.
La ley del mundo, “ la sangre que solo hace sangre” ha sido quebrada con un ¡no¡ rotundo.
¿Por qué siendo cerca de 6 mil los personados en el juicio de Turín
contra Schmidheiny, éste solo se ha dirigido a uno de ellos para pagarle
su silencio ahora y de por vida? A decir verdad se ha dirigido por lo
menos a dos; el otro ha sido el Alcalde de otra ciudad afectada y
cercana Cavagnolo, de 2.500 habitantes, que éste sí ha aceptado la
oferta. Casale Monferrato de 37.000 habitantes no lo ha hecho.
La explicación posible es que pudiendo comprar al actor más cualificado
en el juicio y en las futuras demandas (se prepara ya un Eternit-bis, o
segundo juicio contra el magnate), se rompe la unidad que durante 25
años ha mantenido el ayuntamiento con las asociaciones de afectados y
sindicatos, que tan buenos resultados les está dando.
Schidheiny es un especialista en romper resistencias. A través de su
fundación sedicente filantrópica denominada AVINA, se ha dedicado, so
capa de capitalismo verde, a penetrar a los movimientos sociales de
resistencia de España y Latinoamérica. Hay que decir que está teniendo
un gran éxito y que apenas ahora, 17 años desde su fundación, empieza a
encontrar serias resistencias internas, no sin provocar conflictos y
malos entendidos por doquier. Ha querido extrapolar el método, que tan
buen resultado le está dando con los movimientos sociales, a las
víctimas del amianto, pero le va a resultar más difícil, habida cuenta
de la indignación en que éstas se encuentran sumidas. A quien le quepan
dudas puede ilustrarse viendo el reciente documental sobre amianto
pasado por la TV2, y cuyo enlace facilito:
http://www.rtve.es/alacarta/videos/la-noche-tematica/noche-tematica-trama-del-amianto/1259259/
Mucha
gente que está en la lucha del amianto en el mundo, se ha unido a este
gesto de resistencia y ha expresado lo que todos sentimos en estos
casos. Fernanda Giannisi, una luchadora brasileña histórica, sometida a
amenazas de muerte, a querellas y a marginación en su trabajo como
inspectora pública de salud laboral, lo ha expresado por todos. Ha
felicitado a los compañeros de Casale Monferrato diciéndoles:
“Bravísimo,
querido Bruno... La justicia debe estar antes que cualquier oferta
económica… La vida no tiene precio. Extiende la felicitación a todo
Casale por esta brava decisión que repercutirá en todo el mundo. Un
abrazo y mi reconocimiento a toda la gente de Casale, en especial a la
querida Romana”.
Con Casale, Romana Blasotti es el símbolo de la
resistencia en el mundo contra Schmidheiny y contra los crímenes con
amianto. A sus 83 años preside la Asociación de Víctimas de Casale (
AFEVA), con toda la indignación y toda la legitimidad moral que le
concede el haber perdido a 5 de sus familiares en los últimos 25 años,
todos ellos víctimas del amianto de Schmidheiny, alguno de los cuales ni
siquiera había trabajado en Eternit.
Paco Puche