ALCALÁ DE HENARES, 19 Nov. (Diario de Alcalá)
Alcalá volvió a vivir escenas que no se veían en la ciudad desde principios de año, a raíz de varios conflictos laborales.
Si entonces fueron los trabajadores de Roca, Electrolux o Creaciones en Acero los que se echaron a la calle para luchar por su futuro, ayer les tocó el turno a los operarios de Honeywell Fricción España.

Diez y cuarto de la mañana: en los alrededores del hotel Isla Garena de la calle Galileo Galilei reinaba la tranquilidad. Pero la procesión iba por dentro en una sala de reuniones: a un lado de la mesa, los directivos de Honeywell; al otro, representantes sindicales y del comité de empresa. Estaban negociando las condiciones del cierre de la factoría anunciado por la multinacional el pasado 4 de noviembre: el pan de 157 familias, en el aire.

Al borde de las 10.30 horas la calma se rompió por la irrupción de aproximadamente medio centenar de operarios de la factoría, los que acaban de terminar el turno de noche. También se sumó algún prejubilado de esta fábrica de pastillas de freno. Llegaron para para hacer presión, pertrechados con bocinas caseras, pancartas, petardos y silbatos cuyo sempiternos sonido se mezclaba con los gritos de protesta sin solución de continuidad.

Pi-pi-pi. “¡Sinvergüenzas!”, espetó, rompiendo otro estruendo, el de las tracas, uno de los empleados hacia el ventanal de la sala donde se estaba gestando el futuro y el de sus 156 compañeros. En la mediana ajardinada de la calle se elevaba mientras tanto una espesa nube de humo amarillo.

Llega la policía
Al borde de las 11.00 horas, al menos cinco patrullas de la Nacional y una de la Local acudieron al lugar de los hechos. Al parecer fueron avisados por el propio hotel. Los agentes, que tomaron la filiación a varios trabajadores de Honeywell,  preguntaron por una “piedra” que habría sido lanzada al interior del recinto. También por un contenedor de basuras desplazado de su sitio.

Los manifestantes lo negaron, mientra los decibelios de protesta subían. Esta vez, los gritos también iban dirigidos contra el establecimiento hostelero al que acusaron de “dar amparo a los sinvergüenzas”.  Incluso hubo algún conato de enfrentamiento entre uno de los trabajadores con una responsable del hotel. Fue entonces cuando la dirección del Isla Garena decidió expulsar del recinto a los integrantes de la mesa negociadora. La reunión seguiría en Madrid.

Los manifestantes decidieron entonces desplazar su propuesta hasta las mismas puertas del Ayuntamiento. El sonido de los petardos y los pitos se trasladaron a la plaza de Cervantes.